Vamos a intentar en este artículo acercaros al fantasma típico de la cultura japonesa, y a explicar los motivos de su aspecto.
Ilustración del siglo XIX | Llamada Perdida |
Eso no quiere decir que cualquier persona asesinada o enamorada pueda volver en forma de yurei, y es necesaria una gran fuerza emocional, o habilidades psicológicas (lo que explica que tengamos varios casos de niñas con poderes premonitorios o diversos grados de telepatía en sus orígenes; recordemos a Sadako siendo repudiada por sus vecinos).
La única forma de devolver la paz a uno de estos fantasmas es, o bien que cumplan su objetivo (venganza, amor...) o celebrar los ritos funerarios que necesita para pasar del purgatorio y reunirse con sus ancestros (Los que hayan visto el Ojo -el film no es japonés, pero la idea cultural es similar- recordarán a la familia protagonista realizando un rito funerario en el portal del edificio para que desaparezca el fantasma del niño que se aparece en repetidas ocasiones).
La Maldición (Ju-On) | El Círculo (Ringu) |
¿Por qué tienen ese aspecto? Bien, inicialmente un fantasma japonés no se diferenciaba de cualquier otro humano. Pero la costumbre comienza a cambiar a finales del siglo 17, cuando un juego llamado Hyakumonogatari Kaidankai se hace popular entre la clase alta japonesa. Consistía en encender 100 velas, e ir caminando alrededor de ellas contando uno de los jugadores un kaidan (historia de fantasmas). Cada vez que se finalizaba una de las historias se apagaba una vela, quedando cada vez más a oscuras, e invocando así alguna presencia del otro mundo. Así la fama de las historias de yurei crecieron rápidamente, trasladándose a artes como la pintura (la primera representación gráfica de un yurei se considera que es el Fantasma de Oyuki, pintado por Maruyama Okyo en el siglo XVIII) o el teatro japonés, el kabuki.
El Fantasma de Oyuki | El Grito |
Luego tenemos el kimono blanco, llamado katabira, que tiene su origen en los rituales mortuorios. Takashi Shimizu, director de la Maldición y su remake el Grito, nos explica a que se debe esta vestimenta: "En Japón, cuando una persona muere, la vestimos con un kimono blanco antes de ponerla en el ataúd, pensando que la vestimenta blanca limpia el alma de la muerte para que pueda ir al cielo. Luego se la incinera. Cuando el alma de un muerto se manifiesta en forma de fantasma, suele hacerlo vistiendo ese atuendo de enterramiento." Ya tenemos la primera clave, van de blanco porque así visten a los cadáveres.
¿Por qué mujeres? Pues lo cierto es que los yurei pueden ser hombres o mujeres, pero normalmente ellas suelen venir en forma de onryo, mientras que tradicionalmente los fantasmas masculinos se reservaban muertes heróicas en batallas (recordemos Trono de Sangre, de Akira Kurosawa, por poner un ejemplo cinematográfico). De hecho los fantasmas más populares de la cultura japonesa son onryo femeninos, como Oiwa u Otsuya. La primera es la protagonista de Yotsuya Kaidan, una obra de kabuki escrita en 1825 basada en una leyenda real, que es la historia japonesa de fantasmas más conocida. Se ha adaptado al cine más de 30 veces, la primera de ellas en 1912, si bien muchas de las versiones se perdieron durante la ocupación de Japón tras la II Guerra Mundial, en la que se destruyeron multitud de films japoneses.
El mismo motivo nos impide disfrutar de las primeras apariciones del otro fantasma clásico, Otsuya, la protagonista de Botan Doro, adaptación del siglo XVII de una leyenda china anterior. De hecho Otsuya fue la primera en verse en el cine, en 1910.
El Pozo | Shutter |
Volviendo al aspecto de los fantasmas, nos faltaba saber el motivo de su larga cabellera. Al igual que el color de la piel y las ropas, las pelucas (tan importantes en el kabuki) ayudaban a etiquetar inmediatamente a los personajes. ¿Por qué es largo, negro y alborotado? Es largo por la creencia popular de que el pelo sigue creciendo después de muerto, y negro porque... ¡así lo tienen los orientales! Para explicar que esté alborotado, y la movilidad que solemos verle en las películas, hay que profundizar aún más en las creencias tradicionales niponas. Takashi Shimizu nos da la clave: "Antiguamente, las mujeres japonesas cuidaban mucho de sus cabellos. Pensaban que su larga cabellera negra poseía un alma y por tanto era muy preciosa para ellas. Una mujer con el pelo alborotado es, pues, una de las representaciones comunes de un fantasma. El cabello despeinado expresa la emoción contenida, como una profunda cólera o rencor que una mujer deja escapar con el fin de obtener venganza.”
La combinación de todos estos elementos se ha traducido en un fantasma muy singular y realmente terrorífico, no sólo para el público japonés y oriental, sino de cualquier parte del mundo. Ahora ya sabéis por qué son todas "iguales". Uno supone que con el tiempo nos acostumbraremos, e incorporaremos este tipo de "monstruo" a nuestra galería de clásicos. Hasta entonces, tendremos que aceptar que no es que los japoneses anden escasos de ideas. Es que sus fantasmas "son así".
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