Diagrama realizado por el períodico Chicago Tribune de la “Mansión del Horror”. Se ven ilustrados los crematorios y pozos de ácido en los que amedrentaba a sus victimas.-
Sería imposible saber y menos aun entender qué fue lo que llevó a su oscura mente a concebir y finalmente a construir la “Mansión del Horror”, pero sea cual sea la razón H. H. Holmes, cuyo verdadero nombre era Herman Webster Mudgett, construyó una mansión digna de la más intrincada novela de horror del siglo 19. Repleta de piletas de ácido, habitaciones con paredes que se cerraban aplastando a sus victimas, cámaras de gas, trampas que al ser pisadas activaban todo tipo de dardos venenosos, pinchos, disparos, etc, su mansión abrió sus puertas al público en general a manera de hotel para la Feria Mundial de 1893, y sería la fachada de un siniestro “templo de tortura” en el que Holmes torturaría y asesinaría mujeres y niños de las maneras más espeluznantes.-
No pasaría mucho tiempo desde su inauguración como hotel hasta que Holmes comezara a seleccionar mujeres de entre sus empleados y visitantes a las que llevaba engañadas al primer piso y terminaba torturando salvajemente. Utilizando la gran variedad de máquinas de tortura y habitaciones “especiales” que su mansión poseía algunos de sus “juegos” más pervertidos se basaban en atar a sus victimas colgando de los brazos y bajarlas lentamente a un pozo lleno con ácido; o encadenarlas a una prensa rotatoria que lentamente iba triturando sus huesos en cientos de fragmentos. Como estaba recibido de medico cirujano era normal también que practicara “autopsias” o desollara a la persona estando ésta aun con vida.-
En 1895 la gran cantidad de crímenes, cuyo número no se conoce y varía de 27 a 100, llevaron a que la policía ate los cabos sueltos y lo arreste mientras se encontraba de viaje. Una de las principales razones que llevaron a su arresto fue el descubrir que era el principal beneficiario de varias pólizas de seguro de vida de las personas desaparecidas. Tras un escandaloso juicio en 1896 fue colgado y, al estar mal colocada la soga, su “cuello” no se rompió instantáneamente, provocando una dolorosa agonía durante 15 minutos.-
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